Los únicos componentes que se suelen reconocer en la cultura nicaragüense, con paternalismo folclórico, son los del mestizaje indohispano, cuando en realidad se trata de una herencia de triple tiara, española, indígena y africana. Pero lo negro sigue siendo intolerable y se hunde en el silencio.
En el santuario vernáculo de lo nicaragüense caben por igual el son nica de las marimbas y el palo de mayo, pero se oculta, o no se sabe, que la marimba es de origen africano, lo mismo que el mondongo, y no pocas de las piezas musicales que acompañan las representaciones de el Güegüense. Un olvido secular que pasa por encima del hecho de que ya a finales del XVII la población de Nicaragua en la franja del Pacífico estaba compuesta en su mayor parte por negros, zambos, mulatos, pardos, cuarterones, quinterones, requinterones, picholos...
Esta obra hace un lúcido examen de ese vasto legado cultural desde sus raíces históricas en Africa y muestra cuán importantes son sus manifestaciones actuales, manifestaciones religiosas, bailes callejeros, instrumentos musicales, ensalmos y conjuros, comidas, y en las palabras africanas usuales en el español de Nicaragua.
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