Los banquetes y otras fiestas
El banquete memorable no lo dio Platón, sino el dramaturgo Agatón para celebrar un triunfo en el teatro en las fiestas en honor de Dioniso Leneo, el dios del vino y los excesos. Todos los convidados de esa vez eran tenidos por educados, no en el sentido de las buenas maneras de trato y de mesa, sino en el de personas instruidas que se reunían a filosofar. En esa ocasión el tema de sus debates fue el del amor. ¿Qué mejor? Personas eminentes, nada menos que Sócrates entre ellos, el propio Platón, y Aristófanes, que era célebre autor de comedias.
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Una sola hoguera
Carlos Perezalonso, poeta nicaragüense, que vivió sus años de estudiante universitario en México, murió en agosto del año pasado a los 77 años en León, Nicaragua, la ciudad de su madre y sus abuelos maternos, donde terminó recalando después de una vida azarosa que lo trajo y lo llevó por distintos caminos, pero conservando siempre una fidelidad absoluta con su oficio literario, que se impuso sobre los de abogado, o economista, profesiones en las que se formó en las aulas universitarias.
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Mi padre el fiestero
Mi padre, Pedro Ramírez, tenía un espíritu fiestero sin medida. Los cumpleaños de sus hijos eran siempre bailes de disfraces y la comparsa de invitados infantiles debía dar vuelta completa al parque central, frente a nuestra casa, al son de una marimba de arco. La marimba estaba en su vida.
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